Comodoro Rivadavia (Chubut). La necesidad de desviar el tránsito de camiones aparece nuevamente como de urgencia en el orden de prioridades de la ciudad. En los últimos días se reinstaló la alternativa de pensar en el uso de la ruta 37, que sale desde el Cañadón Ferrays hasta el cruce con ruta 26, como una opción intermedia y menos costosa que el camino de circunvalación: empresarios del sector consultados por ADNSur estiman que la pavimentación de ese trayecto, inferior a 40 kilómetros, se ubicaría a valores de hoy en el orden de los 200 millones de pesos y en un año de plazo para la realización.
Ante la polémica desatada por la posible paralización del tránsito de camiones en horario diurno, anunciado por el municipio local y rechazado por el sindicato camionero, es posible pensar opciones que resulten realizables mientras se atiende la “solución de fondo” (que, lamentablemente, suele demorar varias décadas).
Eduardo Dunaj, de vasta experiencia en trabajos de agrimensura y topografía, propone el uso de un camino interno, paralelo a la ruta 3, que utiliza actualmente el tránsito petrolero. Esta opción, evalúan quienes conocen de cerca la trama vial, podría pensarse como un camino vecinal para el tránsito liviano, que unifique la salida desde ruta 26 hacia zona norte, evitando la confluencia por avenida Yrigoyen.
Pero en lo que respecta al paso de camiones, es necesario proyectar una obra que evite el paso de camiones por el centro de la ciudad, pero que tampoco sume complicaciones de seguridad al delicado transporte de cargas hacia áreas petroleras, sean de Chubut o Santa Cruz, además del movimiento del transporte en general.
Por eso quienes conocen la ruta 37 consideran que ésta sería la mejor opción, porque la totalidad de su recorrido es sobre áreas planas y evita pendientes o grandes curvas. “No se necesitan obras de arte como puentes o alcantarillas –contó uno de los técnicos con experiencia en obras viales-. Si se quiere buscar una alternativa hoy, se puede lograr con el mantenimiento de una máquina porque la traza es de ripio, pero además tampoco es imposible pensar en la pavimentación”.
En ese aspecto, se hace una fuerte diferenciación entre los proyectos de “camino de circunvalación”, que a esta altura de la historia reciente de la ciudad se asemeja a una entelequia símil “destilería de petróleo”, ya que en esas iniciativas se proyectaba una traza totalmente nueva, desde cero e implicando tareas de desmonte y expropiación de tierra.
La consolidación de la ruta 37 y una posible pavimentación, sin embargo, no demandaría tanto movimiento, para lo que ya a fines del año 2015 se había estimado un costo superior a los 1.000 millones de pesos. En efecto, según una observación en base a valores actuales, considerando la trama existente de la ruta 37, el costo de la pavimentación oscilaría los 200 millones de pesos, es decir una cifra menos “faraónica” y en teoría, más alcanzable.
Claro que habría un problema de jurisdicción: la ruta 37 es provincial y las dificultades financieras que atraviesa Chubut no permiten suponer que cualquier monto, por “bajo” que resulte (en términos relativos, se sobre entiende), sea posible de afrontar en el corto plazo. Basta pensar que el Ministerio de Gobierno propone pagar una deuda de 2 millones de pesos en seis cuotas, para sanear el mantenimiento de las “cámaras de vigilancia” que realizaba la SCPL.
Sin embargo, la responsabilidad de la ruta 3 es de Nación. Vialidad Nacional ha posibilitado en otros puntos del país el cambio de trazas de rutas nacionales (por caso, la mítica ruta 40) para desviar o incluso superponerla (e intercambiando) con trazas de rutas provinciales. Desde esa perspectiva, podría pensarse en un convenio entre Vialidad Nacional y Provincial, o algún otro mecanismo legal que posibilite llevar una alternativa concreta a un problema urgente.
La ruta 37, que deriva en la ruta 26, a unos 20 kilómetros con la rotonda de ruta 3, requeriría además una ampliación de la 26 a cuatro carriles (al menos en ese tramo final hasta el cruce), para dar fluidez al tránsito pesado que de ese modo, ingresaría hacia Comodoro para sus puntos de descarga o podría seguir viaje hacia el sur del país.
No parece algo irrealizable, para dar respuestas a una ciudad que aun en plena crisis petrolera (y cargando sobre sus hombros todo el peso del impacto social, laboral y ambiental) sigue entregando recursos al resto de la provincia que, en el peor de los casos, este año no serán inferiores a los 4.000 millones de pesos.
FUENTE: ADN SUR – POR RAÚL FIGUEROA