El sector de camioneros es desafiado por mujeres que obtienen su licencia profesional rompiendo estereotipos y abriendo nuevos horizontes laborales. La historia de mendocinas que manejan camiones.
En una industria históricamente dominada por el género masculino, el transporte de cargas ha comenzado a dar un giro con la incorporación de mujeres que obtienen su licencia profesional para conducir camiones. A nivel nacional, menos del 1% de las licencias interjurisdiccionales están en manos de mujeres, según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Sin embargo, muchas de mujeres acceden a diversos programas y capacitaciones para ser conductoras profesionales y acceder a nuevas oportunidades laborales, eligiendo la ruta como estilo de vida.
El programa Scania desde su inicio en 2019 ha formado ya a 48 conductoras en sus cuatro ediciones anteriores, con una demanda que no deja de crecer: más de 5.000 mujeres están en lista de espera para recibir la formación integral que les permite obtener la licencia E1 y desarrollarse en un rubro que aún presenta grandes desafíos en materia de inclusión. Sin embargo, no es el único programa a través del cual las mujeres se forman profesionalmente para ser conductoras de camiones.
En Mendoza, la experiencia de vida de tres mujeres, Paulina, María Fernanda y Verónica, resulta inspiradora para muchas otras que todavía pueden elegir la ruta como estilo de vida y ser conductoras de camiones, un oficio muy negado al género femenino.
El desafío de manejar un camión siendo mujer
“Manejar un camión no es fácil cuando sos mujer, que te den la posibilidad de estar ahí no es fácil. Yo creo que la tuve fácil porque nosotros somos dueños, tenemos el camión, no tenemos un transporte de cargas, mi marido, el padre, mi suegro se ha dedicado toda la vida a este rubro. Hoy día nosotros tenemos un camión que lo maneja mi marido y usualmente trato de viajar lo que más puedo con él”, cuenta Paulina sobre como inició el camino de ser conductora de camiones hace casi diez años, en el 2016.
“Tengo 41 años y en el 2016 manejaba sin licencia, en una sola parte que era la única que yo creía que era la que iba a poder manejar, que eran las autovías, carriles dobles. No manejaba de noche, no manejaba con lluvia ¡uy! mil requisitos, siempre para adelante nada más”, confiesa sobre las primeras veces que manejó el camión para ayudar a su marido con quien hacían viajes largos, internacionales, de miles y miles de kilómetros.
“Consideré que tenía que empezar a hacerlo y él me enseñó todo lo que sé. Profesionalicé todos los conocimientos con el programa de conductoras yo fui parte del primer programa y la verdad que fue una experiencia increíble todo, desde que llegamos hasta que nos fuimos fue todo muy emocionante, los conocimientos todo lo que nos dieron, las chicas, las amistades”, reconoce Paulina que además de ser mujer conductora es mamá de una nena de 12 años y asegura que no es fácil trabajar conduciendo camiones por los tiempos que requiere. “No vería nunca a mi marido y a mi hija, por eso lo que más nos gusta hacer es viajar juntos”, admite.
La experiencia de Fernanda fue un tanto distinta, ella no hizo su capacitación en el programa conductoras pero sí dedica su vida al transporte de cargas. Ella es la primera mujer transexual a lo largo y ancho del país en obtener la Licencia Nacional de Transporte Interjurisdiccional de cargas generales y peligrosas.
“Yo comencé un poquito antes tomando contacto con el rubro muy de a poco, viajando de acompañante cuando por ahí se podía con algún conocido. Le fui agarrando cariño al camión, poco a poco, las mañas para adelante y para atrás, luego las maniobras y cuando quise acordar dije yo puedo y me decidí a sacar la licencia E1 para posteriormente acceder a la Licencia Nacional de Transporte Interjurisdiccional (Linti) habilitantes para transportar cargas fuera de la provincia”, relata Fernanda.
Luego de enviar su CV a distintas empresas, se encontró con un camino sinuoso por la falta de experiencia comprobable hasta que Andreu le abrió sus puertas. “Me hizo parte de su “escuela de manejo” qué dicta una vez por año a personas que tengan ganas de iniciarse en el rubro. Luego de esa capacitación me convocaron para cubrir vacaciones 6 meses y después de ese contrato me dejaron efectiva en el transporte”, dice con orgullo sobre su recorrido. Y recuerda que hace 3 años está trabajando allí, muy contenta. “Renuncie a mi anterior trabajo, nada que ver con el camión. Trabaje 10 años como administrativa en la Municipalidad de Lavalle”, rememora Fernanda.
Verónica Tonolli, también es mendocina y empezó viajando desde la provincia hacia Chile pero ahora se dedica al transporte de combustibles, denominado carga peligrosa, para una petrolera internacional. Tras su primera experiencia viajando de Mendoza hacia Chile, entró en el transporte Coparonni. “Me dieron unos meses generales y después aprobé para entrar en YPF. De allí pase a Córdoba con YPF dónde me conocieron acá y me ofreció la petrolera Shell para el transporte Anjor S.A. de Córdoba”, detalla sobre su experiencia como conductora.
ero empezar en el rubro no fue fácil. Verónica tiene seis hijos y se separó del papá de ellos cuando eran chicos. “Me subí al camión por dos cosas amo: el camión y por mis hijos. El más chicos tenía 6 añitos, les tuve que poner una niñera que era mi vecina que me ayudaba y los hermanos más grandes también”, cuenta la conductora y agrega orgullosa que ahora sus hijos son todos mayores y el del medio “hace dos años que se subió al camión”.
“Cuando me independice sola, ya con carnet, en Mendoza tenía 32 años pero antes lo acompañe mucho tiempo al papá de mis hijos para que me enseñara. Costaba mucho en ese tiempo, no había muchas mujeres allá, mis compañeros siempre con mucho respeto”, relata Veronica sobre su experiencia en Mendoza donde siempre la ayudaban en todo lo que necesitaba y con “muchísimo cariño”, recuerda, por parte de sus compañeros de la Destilería de YPF. “Acá en Córdoba se notó más el machismo. Hasta hoy lo sufro, por eso extraño mi Mendoza”, confiesa emocionada.
¿Cómo es ser conductora de camiones?
Paulina se dedica a viajar junto a su marido y asegura que tienen una forma particular de trabajar. “Disfrutamos muchísimo de viajar juntos y del camión, de los paisajes que nos entrega. Es una locura estar un día en Santa Fe desayunando y después de la noche estar ya cerca de casa. Tenemos una forma de trabajar particular, cada uno tiene sus horarios. Nosotros como somos dueños, no tenemos alguien que nos mande o que nos pida o que nos diga tal o cual cosa. Nuestra forma de trabajar es nuestra porque nosotros manejamos los horarios que son nuestros básicamente”, explica la mujer.
“La verdad que es una profesión apasionante que todos los días se aprende algo nuevo, cometes errores. Porque no es que vos te subís al volante y listo. Es como que todos los días tenes un aprendizaje diferente. Y bueno, y lo importante de ser buen compañero, de que cuando ves a alguien en la ruta tirado, darle una mano porque te puede pasar a vos”, sostiene Paulina y aconseja a otras mujeres sobre que “todo se aprende y lo más importante es estar en práctica porque cuando vos te subís al camión todo eso que aprendes lo vas haciendo en el andar”.
En el caso de Verónica, su vida prácticamente transcurre arriba del camión y es la única mujer conductora de la empresa Shell en Córdoba, donde vive hace algunos años. “Nosotros tenemos 14 horas de jornada porque hacía unos meses atrás teníamos 16 horas jornales en el día. Teníamos 10 horas de conducción, durante 4 horas teníamos que parar 20 minutos sí o sí porque nos controla la petrolera con un pendrive donde empieza a sonar si vos en las 4 horas no paras 15 minutos o 20”, relata sobre su trabajo y cuenta que sale desde Córdoba hacia diferentes destinos. En Rosario, Santa Fe o Buenos Aires, en Dock Sud, donde están las tres plantas en las cuales se carga el camión.
“De ahí una vez que cargamos el camión ya sabemos a qué cliente salimos porque antes de cargar el camión vos sacas el predespacho y ya sabes a qué cliente vas. Una vez que salís de la planta ya cargada, contas las horas de manejo y agregas las que te restan para cumplir las 10 horas de conducción. Y de ah salimos a cualquier parte, Misiones, Posadas, Formosa, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, donde la petrolera te mande vos tenes que ir con el combustible”. Según el destino al que le toque viajar, es el tiempo que dura el viaje: puede ser dos días, dos días y medio. Y una vez que llegue al cliente el paso siguiente es chequear si tiene la capacidad para que el combustible entre en los tanques. “Una vez que el cliente te dé el ok para poder descargar, entramos, estacionamos como tiene que ser para descargar el camión y comenzar a descargar el combustible. De ahí volvemos otra vez a sacar las horas de conducción, las horas jornales”, señala y así vuelve a empezar nuevamente.
Por su parte, Fernanda, cuenta que actualmente se dedica a la ruta nacional Mendoza/Buenos Aires. “Trabajamos mayormente con Quilmes (cerveza, gaseosas, insumos de la multinacional), Eco de los Andes, como así también tenemos otros clientes petroquimica, yesos knauff, Norton, Chandon”, enumera la mujer trans satisfecha por sus logros. En lo personal, asegura que tener hijos o una familia es casi incompatible con la vida en la ruta.
“Si bien hace un par de años atrás, cuando estaba en mi otro trabajo anterior, en la Municipalidad de Lavalle, se me cruzó el deseo de formar una familia, ya sea sola o acompañada. En ese momento, estaba en pareja, tenía una realidad totalmente distinta, también con respecto a los tiempos. Tiempo que tenía como para el acompañamiento y la crianza de ese infante. Tiempo que hoy por hoy no lo tengo ni siquiera para mí”, sostiene Fernanda y describe que manejan entre 13 y 16 horas por día y que duermen en casa alrededor de 96 días al año, los mismos que tienen para compartir con seres queridos.
FUENTE: MENDOZA ON LINE (MENDOZA) – POR MICAELA BLANCO MINOLI